UN NEGOCIO PARA TODA LA VIDA
Juan Sebastián Duque Ardila
La Tebaida, Quindío.
No discrimina raza, edad, sexo ni estrato, simplemente la muerte es su negocio.
Algunos pueblerinos se atreven a decir que siempre aparece cuando una persona peor está animicamente o menos lo desea. Una de las frases que más se escucha es "Su mirada inspira miedo, es muy morbosa, lo deja a uno perplejo", asegura Nidia Elvira, habitante del pueblo.

Es tan eficaz su trabajo que huele el muerto sin que haya fallecido, se le puede ver en su pequeña bicicleta recorriendo el hospital, esperando a su próximo cliente. ¿Ya ha muerto? ¿Ha dejado de agonizar? Le tengo muy buenos paquetes funerarios, por si le interesa.
Suena tres veces la sirena y eso sólo significa una cosa: accidente a las afueras del pueblo. Él, además de tener su pequeña bicicleta tiene el denominado "Batimovil de la muerte", el cual en muchas ocasiones llega primero que la ambulancia al lugar de los hechos.
De su inquietante presencia fui testigo un 4 de junio de 2010, esa madrugada había muerto mi abuelo. Estaba en el velorio con mi familia, sólo queríamos sepultarlo y que se acabara esa pesadilla. Pero aquel hombre de estatura mediana, dientes grandes, piel clara, voz caricaturesca y de contextura delgada, llamado Huber o alias "Caremonja" había llegado. Resulta que… no solo maquillaba muertos, también vendía lápidas.
A principios de mayo de 2016 llegó a la droguería Farmacentro con una camisa maltrecha, una bermuda rasgada, un par de botas pantaneras y un machete. Allí se encontraba el dueño del local, un importante comerciante del pueblo, Diego Gil, el cual hace un par de años había perdido a su hija recién nacida y el sólo hecho de hablar de eso le generaba desesperación.

-Sonó una voz chillona-
-“Diego, cuando quiera le arreglo la tumba de la niña”.
Se prolonga un silencio de varios segundos...
-¿Qué quiere?, replica Diego
-“Cuando quiera le organizo la tumba, vea que hoy a primera hora estuve en el cementerio y vi muchas tumbas descuidadas, entre esas la de su niña”
-Suspiró... ¡ay! sí, Care Monja, tome 10.000 mil pesos, pero no moleste más.
Como todos los oficios también hay tiempos de vacas flacas y más en un pueblo de sólo 32.748 habitantes. A este ser, en épocas de poca demanda, le toca "resbuscarse" el sustento y se le puede ver haciendo otros oficios, entre esos la de añbañil. Un trabajo que hace para muchas de las personas a las cuales les ha ofrecido su peculiar servicio.
Al indagar con un joven pueblerino que lo conoce cuenta que: "Después de todo yo lo entiendo, a pesar de que en ocasiones haya poca demanda y tenga poco trabajo, el no dejaría su trabajo porque a diferencia de otros trabajos, la muerte siempre estará presente".
TEXTO: JUAN SEBASTIÁN DUQUE ARDILA
Martes, 7 Junio 2016
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