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PERFILES

LA PASTORA

Daniela Ramírez Oviedo

Durante 44 años, rebañó a su familia. Fue la única participe de un concurso casero que consistía en tomar el mando y la responsabilidad económica de su madre, sus hermanos, y sus hijos. Y por supuesto, fue la “feliz” ganadora.

Yolanda Oviedo Vélez: actualmente tiene 65 años y una historia que en el año 2009 marca con un antes y un después.

Desde niña prefirió viajar, antes que cualquier otra cosa. Siempre buscó llegar a lugares donde por obligación tenía que haber un escritorio, puesto que su labor principal siempre ha sido escribir todas las mañanas lo que hizo el día anterior.

En una de sus libretas marca un día del año 1987 que fue la primera vez que viajó a Estados Unidos. Ahí cuenta que inicia su doble vida. Por un lado, el goce y por el otro la huida. Había días que pasaban llenos de lujos: vino, viajes, reuniones familiares, fiestas celebrando fechas especiales y a veces insignificantes; también había días llenos de camuflaje, de apariencias, sometimiento y resignación.

 

 

Yolanda, ejercía dos oficios a la vez: el de empleada de servicio y el de narcotraficante.

Sus inicios fuero vagos. Un oficio es consecuencia del otro porque para ella vale más mantenerse firme aunque oculta. El ejemplo a seguir con el cuento de la venta de drogas fueron  sus hermanos: William y Alfonso Oviedo. 

Hay dos razones por las cuales empecé: una... por independizarme. Y la otra es una contradicción: por ganar dinero y ayudar a mi familia.

Para Yolanda era de mínimo interés tener que someterse a trabajos que a la vista de los demás son vergonzosos. Inició siendo ayudante de ventas, en una tienda de barrio. Trabajó con don Cristobal, y sobre él escribía en la libreta que era un viejo desgraciado que vendía el kilo de papa criolla y el de maíz, $300 más caro que en el resto del pueblo.

Uno de sus hermanos fue asesinado en Bogotá por microtráfico y extorsiones. La muerte de Alfonso indicó para ella, que debía hacerse cargo de alguna forma de su madre, sus hermanas, sobrinos y sus hijas. Viajó.

 

En la libreta número dos de Yolanda hay 38 páginas en las que narra sus viajes ilegales a los Estados Unidos. Siempre me fui por el hueco. Era la forma de huir más práctica que tenía. Cuando quería ver a mis hijas en Colombia, también me devolvía por el hueco. Una vez, en pleno viaje, salieron unos tres policías a perseguirme. Debía cruzar un río y sentí que me quedaba sin fuerzas: me resigné. Pensé que me iban a atrapar. Sentí que me agarraron dos manos grandes de mis dos brazos y me alzaron, cruzaron el río conmigo corriendo y me salvaron. Eran dos negros altos, grandes... a ellos les debo mi primer cruce. Después, me volví una experta pasando por el hueco y aguantando trivialidades.

Cuando inició con sus negocios, que designa sucios, Yolanda cuenta haber realizado el acto más inteligente: involucrarse íntimamente con su jefe. No ha sido muy sensible, aborrece los cariños que llaman cursis y desprecia con todas sus ganas las flores y los chocolates como muestra de aprecio. Solo desea una cosa que la puede enamorar: las cartas. Si un hombre le escribía a ella solo una, era suficiente para querer compartir con él parte de su vida.

Solo existen dos cartas. La del papá de su primera hija que finaliza con un: "Vuelve Yolanda. Pasar los días sin vos es difícil. Necesito a la niña también" Y la de su ultimo amor, quien le cocinaba y le arreglaba su corto cabello y ahora está preso en Nueva York: "Te dibujo, todas las imágenes que yo tengo en mi cabeza tuyas, sonriendo, las dibujo. Aquí te mando el más reciente. I miss you so much mi Yoli", decía la ultima carta escrita que recibió el 8 Julio del 2010.

Yo les respondía de una sola manera: en mi diario...cuando recibía la carta, escribía en mis hojas y hacía de cuenta que me leían. Siempre he sido muy reservada con mis sentimientos.

Llegaron los años de dicha para Yolanda. Apartamento nuevo, totalmente amoblado. Camioneta y joyas. Su familia en Colombia con todo lo necesario...todo marchaba bien porque todo estaba bien pensado.

Trabajaba de ocho a diez horas limpiando clínicas y malls en Nueva York. Era una sumisa total. Se arrodillaba en los pisos a limpiar las partículas de polvo que nadie más veía. El resto de día, lo único que hacía era recibir dinero y dar ordenes. 

Un día del año 1998 ocurrió lo que ya esperaba, pero que la tomó desprevenida. La policia  del estado de Nueva York en Queens, entró en su apartamento con orden legal a hacer un allanamiento. Revisaron el apartamento por todos los rincones y superficies. Pidieron a Yolanda justificación del tipo de labor que hacía. Ella contó que era aseadora, nombró los lugares y dio las referencias.

  • ¿Por qué tiene usted este tipo de muebles si solo hace limpieza?

  • Porque he ahorrado muchos años de mi vida para darme estos lujos.

De esa manera despachó a los policías.

Yo tenía, detrás de la repisa de los cd's, más de cincuenta mil dólares escondidos, y una de las mesas era un cajón lleno de drogas. Y no lo descubrieron. Eso fue una señal de Dios.

Nota del 8 de mayo del 2000: hoy voy a ir al carril del tren, quiero lanzarme. No quiero vivir más. Necesito ayuda.

Fue el primer y último intento de suicidio de Yolanda. Dice que tuvo dos personajes impregnados en sus ser para esas épocas: el de valiente y el de arrepentida. Y el segundo le ganó la lucha. Estuvo internada en un psiquiatra durante dos meses. Solo tengo una imagen espantosa de ese lugar. En la sala de televisión, un domingo, uno de los locos desconectó todos los aparatos electrónicos y todos empezaron a gritar: mi reacción fue taparme los odios y descubrir que mi ser valiente, podía ser más fuerte.  

A partir del mismo año, Yolanda buscó la forma más discreta de salirse del negocio. Y puesto que tenía contactos y relación intima con su jefe, logró salir sin dejar huella. Continuó siendo aseadora hasta el año 2009, para poder seguir ayudando a su familia en cuestiones económicos. Era, literalmente, el sustento de toda la familia Oviedo Velez.

Yo leía y releía mis libretas y me daba cuenta de lo que he vivido y creí fielmente que ya era hora de empezar de nuevo. De empezar pensando sólo en mi.
 

Decidió tomar rumbo fijo a su pueblo natal. Bolívar- Valle del cauca, Colombia. Allí llegó y la esperaba una casa remodelada, su mamá, algunas de sus hijas y sus nietos y sintió alivio.

Nota del 23 de diciembre del 2009: hay dos sensaciones que me gustan mucho en esta vida. La sensación de descanso y la sensación de una mente sana. Y justo hoy, en el cumpleaños de mi madrecita, siento las dos, por primera vez. Te agradezco mucho, Jehová.

Las secuelas definitivas de las vivencias de Yolanda se pueden deducir después de la lectura de sus libretas. Hay información sorprendente y anécdotas que son comunes y otras extraordinarias. Pero hay algo que queda muy claro en la personalidad de Yolanda después de todo: es fría pero interesada en sus cercanos. Nada le ha importado más que mantenerlos bien y es ciertamente ligero y tal vez incierto decir que lo hace por sentirse bien con ella misma porque de manera fisiológica, Yolanda es un desastre.

Religión, persecuciones policiales, viajes ilegales, trabajo sucio, depresión, hipocondría y la santidad ante los ojos de su familia: Yolanda.

Nota de día 21 de Mayo del 2016: mi orquídeo no floreció esta temporada. Hoy pensé en Mike y nada me gustaría tanto como recibir otra carta hecha por sus manos. Tu tiempo es perfecto mi señor adorado, gracias por la bendición de la vida.

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