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ENTRE EL OLVIDO Y LA MEMORIA

 

31 años después, las puertas de la iglesia de Génova lo tienen claro: en este pueblo, en esta plaza, hubo un enfrentamiento armado que comenzó en la mañana y terminó en la tarde del 28 de junio de 1985… las huellas de las balas permanecen en las puertas de bronce; su testimonio es el más lúcido en medio de las declaraciones de personas cuya memoria ha cedido al poder del tiempo.

Marta Bermúdez cuenta que los guerrilleros pertenecientes a la columna Mariscal Sucre del M19 llegaron a la zona montañosa de Génova a las 4:00 de la mañana, y que descendieron caminando hasta llegar al pueblo.
 

Ariel González se encontraba en la Institución Educativa Instituto Génova realizando las prácticas de un curso con la Cruz Roja, cuando vio pasar un grupo de uniformados con botas pantaneras.

– Nosotros estábamos a unos cien pasos de donde dejaron los morrales, sacaron sus fusiles y sus municiones. Ellos iban por la plata del banco, regresar y huir.

Desde la ventana de su casa en la carrera 10, Lidia Bermúdez observó a los guerrilleros que llegaron a una casa que estaba en construcción. En esa esquina hubo un flujo constante de guerrilleros el resto del día.

 

Algunos dicen que los disparos comenzaron a las 8:15 de la mañana, otros dicen que a las 8:25. El primer objetivo fue el Comando de Policía, atacado por los guerrilleros que se ubicaron en la Plaza de Bolívar, y en la torre izquierda de la parroquia San José de Génova. Luis Fernando Franco dice que algunos guerrilleros que estaban en la plaza gritaban a sus compañeros de la torre que destruyeran el Comando, pero los otros tenían presente la orden de no atacar a la Defensa Civil y a los bomberos. En la parte inferior del Comando de Policía estaba la Estación de Bomberos, esto hizo que el ataque se extendiera.

REPORTAJES

En la parte inferior de una de las puertas de bronce de la parroquia, quedó la huella de una bala como uno de los recuerdos más claros del enfrentamiento entre guerilleros y policías.

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández
 

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Unidad investigativa: Camila Sánchez García

                                       Katherin Juliteh Monsalve Requejo

                                       Yeraldín Loaiza Ocampo

                                       Carlos Alberto López Benavides

                                       Juan Antonio Gil Franco

Sábado, 4 de Junio 2016

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Cuando inició la toma guerrillera Álvaro Vargas estaba en su casa, cerca del Comando de Policía.

Ese día hubo dos policías, ellos bajaron de civil, Castiblanco y Delgadillo eran los apellidos de ellos. Fueron los que le hicieron el daño al M19. Utilizaron una carabina que se llama la San Cristóbal, que tenía una puntería efectiva.

También asegura que en las inmediaciones de la plaza murieron 11 guerrilleros como resultado del combate con la Policía que se defendió desde el Comando. Por su parte, el diario Satanás mencionó 4 guerrilleros muertos.

Ellos tratan de incursionar al Banco Cafetero pero no pueden robar nada, porque realmente no fueron capaces de robar la caja fuerte, aunque destruyeron el banco a través de unas bombas; lo mismo con la Caja Agraria, lograron abrir pero allí no había nada porque hubo un balance y la plata se la habían llevado para Armenia el día anterior, recuerda Luis Fernando Franco.

Entre el Banco Cafetero (donde actualmente está el banco Davivienda) y la iglesia hay una calle. Según el testimonio de Luis Fernando los guerrilleros tuvieron como rehenes a las personas que estaban en el banco.

Ariel González dice que los guerrilleros robaron $26.000 de los cajeros que estaban en funcionamiento en ese momento.

Después del impacto que le causó ver tantas mujeres y hombres con fusiles tan cerca de su casa, Lidia Bermúdez se encontró a dos “barrigoncitos como de 17 o 20 años en el patio de la casa” (la casa de Lidia Bermúdez tiene un solar grande, en el patio se ve un árbol de mango, una montaña y las fincas que están sobre la montaña), le pidieron que los dejara salir, ella, como una autómata les indicó la puerta. El resto de su familia vio pasar a los niños guerrilleros con el mismo asombro.

Era claro que a la gente civil no le estaban tirando. La gente sí era tremenda, ¡oiga! Ayudándoles, ayudando a los guerrilleros, agrega Lidia.

Luis Fernando Franco cuenta que hubo personas que “compraban parva para darle a los guerrilleros”, y Martha Bermúdez da otro detalle: “los policías estaban bravos porque la gente les aplaudía a los guerrilleros”. Álvaro Vargas calificó de irresponsable la actitud de algunos habitantes del pueblo “apoyándolos, como ayudándolos, parecían Pedro por su casa”.

Tampoco olvidan un hombre, ¿cómo se llamaba?, ¿de dónde provenía? Su cuerpo nunca fue reclamado por un familiar o por un amigo.

Ariel González salió del Instituto Génova alrededor de las 9:00 de la mañana. En el camino encontró a “un guerrillero al que le habían metido un tiro en la cabeza, que era uno de los jefes del M19; él ya estaba inconsciente, solo respiraba. Le tenían una venda en la cabeza, lo tenían recostado en un bulto de café. Estaba con dos guerrilleros ahí”. Después los guerrilleros retuvieron a un conductor de un bus para que condujera una Toyota que habían robado para que llevara al guerrillero herido al hospital. “Entonces cuando fueron a pasar de  la iglesia a lo que era Telecom, que es una calle despejada y con miras desde el Comando, se agarraron a disparar de acá (la calle) hacia dentro (el Comando), para que no fueran a darle, y el tipo se tiró por unos reductores a millón para llevarlo al hospital”.

 

Se dice que el guerrillero fue herido aquí en la plaza. Venían en el enfrentamiento con el Ejército que ya estaba entrando (el Ejército les quitó la Toyota a los guerrilleros). Al tipo parece que lo bajan de cualquier manera del carro, y al tipo lo traen al cuartel (señala hacia la actual Estación de Bomberos). Dicen que el tipo fue golpeado más y todo ese cuento, y ahí falleció el hombre, lo dejaron morir ahí, cuenta Luis Fernando Franco.

Álvaro Vargas tiene otra versión:

Al Comando no subieron heridos, ahí capturaron dos (guerrilleros), no los mataron, se los entregaron fue al Ejército.

Antes de la llegada del Ejército refuerzos de la Policía de Caicedonia intentaron entrar por el Puente del Río Rojo.

¿Ustedes vieron el puente entrando? ¿Esos barrancos? –pregunta Álvaro– Ahí los pegaron, no dejaron uno vivo, los que quedaron vivos los ejecutaron con tiros de gracia, ahí en la curvita que hay; solo sobrevivió uno porque se hizo el muerto.

 

El periódico Satanás publicó los nombres de 8 policías que murieron en el puente. Álvaro niega con la cabeza cuando le hablamos de la cifra y afirma que fueron 11 policías los que murieron.

En el casco urbano las personas parecían acostumbrarse al sonido de las balas, a la presencia de los guerrilleros cerca de sus casas. Eran aproximadamente las 10:00 de la mañana.

La toma seguía, ya los pueblerinos dejamos como el temor, y uno de chino es como más osado. Entonces nos salimos para la calle. Estábamos aquí charlando y el guerrillero aquí disparando para el Comando (señala su lado derecho). Por ahí había unos chinos que a mí me llamaron la atención, que eran unos niños los que pasaban los proveedores. Ellos no disparaban pero sí eran los que auxiliaban, recuerda Ariel González.

Álvaro Vargas indica que los guerrilleros no entraron a la parte urbana de Génova; sin embargo, hay otros testimonios.

Como a las 11:30 de la mañana empezó a bajar el Ejército, yo ya sentí miedo y me resguardé en una casa, declara Ariel González.

El Ejército llega, se acantona y están aquí en la zona urbana, no con mucho patrullaje en la zona rural porque siempre tienen sus precauciones, pero eso también genera mucho impacto porque la gente de pronto no tiene mucha confianza en las Fuerzas Militares, narra Luis Fernando Franco.

En la finca La Ínsula aterrizó el helicóptero del Ejército. Ariel González tiene impregnado en sus ojos, en sus gestos y en su recuerdo el sonido de las hélices, de las armas, la sensación de no estar en equilibrio, seguro.

Y ellos disparaban, eso era aterrador. Escabroso ver como en las películas al helicóptero disparándole y fumigando a lo que se movía; entonces para uno es traumático, difícil. Yo no puedo olvidar ese día por el cuento del helicóptero, porque para mí era aterrador que llegara un helicóptero a un pueblo como Génova donde hay campesinos, donde hay cogedores de café; es un viernes, y que llegue un helicóptero a bombardear un terreno para poderse asentar.

A una señora que bajaba por aquí (señala la cuadra frente a la parte izquierda de la plaza), por la carretera, eso fue en el barranco de El Dorado, de ahí se ve el Puente del Río Rojo, no se sabe si fue el Ejército o fue el M19; lo cierto es que le mataron a una niña que traía en los brazos, ella se llama Luz Marina Hoyos. La niña tenía mesesitos de nacida. Yo no le toco el tema porque ella se pone bastante mal cuando le recuerdan esa niña.

Esa fue la respuesta de Álvaro Vargas cuando intentamos saber el nombre de la niña. Ella es un símbolo de la incertidumbre frente a un culpable que no se logra distinguir. Quienes recuerdan que una niña murió en el enfrentamiento no saben su nombre, su edad, quiénes son sus familiares. Ella es el personaje que quedó relegado en medio de la confusión que generó la toma, el Ejército, las muertes, los heridos.

Marta Bermúdez era la inspectora de policía encargada, ella razona:

Yo no tuve que hacer el levantamiento de ninguna niña. Si hubiera sido así el papeleo que se debería hacer era mucho porque sería una menor de edad.

También están los hermanos Cagua:

Yo estaba trabajando con mis hermanos Omar, Wilson y Omar (era medio hermano de ellos, su apellido era Bohórquez) en una finca ahí como a quinientos metros de la casa donde nosotros vivíamos, vereda Cumaral bajo o Cuchilla baja que es que llamaban. Nosotros trabajábamos en las vacaciones, hacíamos contratos con fincas para coger café, organizarlas, recuerda Gustavo Cagua.

La muerte de los hermanos Omar Bohórquez y Wilson Cagua tiene sus versiones.

El Ejército llegó por los lados de Cumaral, venían siguiendo a algunos de los guerrilleros. Ellos (los hermanos) hacían lo normal en Génova, apenas uno salía a vacaciones recogía café. Resulta que es muy normal que la gente tenga una gorra y una camiseta camuflada, y había uno que tenía una gorra camuflada y le dispararon y lo mataron en el cafetal, los mataron. Esas muertes quedaron así, impunes, menciona Ariel González.

Ellos estaban por allá encaramados tratando de mirar, escuchando la balacera. Cuando el Ejército baja los ve ahí, y sin fórmula de juicio los asesinan, cuenta Luis Fernando Franco.

Con un rastro de cansancio en su voz, Gustavo Cagua detalla lo que vivieron él y sus hermanos: “Ahí ni se sabe quién fue porque todos estaban con el mismo uniforme, como eso fue un cruce de balas tanto de la parte de arriba como de la parte de abajo. Como ellos (el Ejército y el M19) bajaron de arriba de la colina, estábamos en esa finca en medio de donde estaban haciendo el cruce de disparos; inclusive yo salí primero que mis otros hermanos, como a las doce del día que ya era la hora de ir a almorzar”.

En el trayecto Gustavo Cagua tuvo que huir de las balas que zumbaban a su alrededor, corrió por un barranco hacia la carretera.

Pero como a la media hora que fuimos a buscarlos a ellos, ya dos estaban muertos y Omar herido, ya fui hacia Génova a buscar un carro para poder transportarlo y llevarlo.

La hora de retiro de los guerrilleros oscila entre las 3:00 y las 6:00 de la tarde, algunos a pie y otros en jeepes. También hay quienes afirman que ellos abandonaron la zona montañosa en la noche.

Como a las 4:00 de la tarde se armó un candeleo muy bravo porque llegaron los refuerzos del Ejército –relata Carlos Ramírez, quien era un niño cuando sucedió la toma–, y esa gente (los guerrilleros) ya tenía que irse, y mi abuela en el afán de que esa gente se fuera, se calmara eso, les abrió la puerta, y entraron muchos al patio de mi casa, y mi abuela les dio aguapanela con limón. “Si quieren váyanse por acá”, y se subieron por el solar, por la manga. Mi abuela (Lidia Bermúdez) lo que hizo fue por miedo, estaba cansada de escuchar todo el día tanto fusil.

Nosotros no salimos hasta por la tarde, porque el fuego era muy fuerte. Yo salí de mi casa y los combates se escuchaban pero ya en la zona rural, la retirada, cuenta Orlando de Jesús Orrego.

Encontró un Comando de Policía con miles de agujeros de fusil, las bancas del parque arruinadas… encontró los estragos de un hecho que tuvo repercusiones a nivel nacional, como la ruptura del proceso de paz que dicho grupo adelantaba con el gobierno de Belisario Betancur y las consecuencias que esto trajo. Y para el pueblo significó la primera parte de la nueva época de violencia que enfrentaría después de la década del 60 y 70, portar con el estigma de pueblo guerrillero, el arribo de otros grupos armados, desplazamientos forzados, desarraigo de los familiares que ya no querían estar en el lugar donde murieron sus seres queridos y atraso económico.

Cuando yo vi a Tatiana (alias Tatiana), como ella estaba muerta, tenía una pierna totalmente destruida (encontrar esta palabra le tomó 10 segundos), porque en ese tiempo se usaba fusil Galil, era demasiado destructivo, eso salía y lo volvía pedazos mejor dicho. Fue muy impresionante para mí, yo solo tenía 15 años.

 

Ariel González cuenta que pudo estar en la necropsia de los guerrilleros porque en ese momento ese procedimiento lo hacía el médico que estuviese en el pueblo.

Qué pasó, lo que pasó es que mataron a los guerrilleros. Ellos murieron reventados porque inicialmente a ellos los cogieron heridos y a ellos los mataron ahí, junto al Comando… la cara, todo, estaban vueltos nada. A ellos los mataron con rabia. Los que quedaron en el parque los entraron al Comando y los reventaron.

Algo que sí creo que hicimos mal fue que los tiramos a una fosa común y los enterramos – admite Marta Bermúdez –. Y a raíz de eso el Inspector de la Policía, el padre de la iglesia y yo tuvimos muchos problemas con los guerrilleros, ellos vinieron a buscarnos. Y por eso don Juan Vargas, alcalde de Génova en ese tiempo, a él le pusieron una bomba en el carro, murió él y el conductor.

Álvaro Vargas, sobrino de Juan de Dios Vargas, conoce el motivo de ese asesinato.

–Lo que mató a mi tío fue una expresión que usó viendo los cuerpos ahí (señala hacia abajo):“A esos perros, a esos marranos brutos tírenlos por allá a un hueco o donde sea, esos no se pueden sepultar como cristianos”. Al otro día le llegó la amenaza, y a los tres, cuatro meses lo mataron (25 de julio de 1985).

Según los entrevistados, los guerrilleros que murieron en Génova eran de Caquetá y otras zonas donde el M19 tenía influencia. Esos cuerpos no han sido reclamados.

Una de las grandes incógnitas es quién fue el comandante de la toma. Aparecen varios nombres: alias Violeta; Gustavo Arias Londoño, ‘Comandante Boris’; Carlos Pizarro y Libardo Parra.

La toma guerrillera del 85 fue solo uno de los episodios violentos de la historia reciente de Génova, Marta Bermúdez la resumió así: “Nosotros toda la vida, desde que yo tengo uso de razón, ha existido violencia; ahora no”. En el año 2014 Génova fue seleccionada como objeto de reparación colectiva por medio de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas. Eso significa que podrán acceder a medidas de restitución de tierras, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición.

La historia de la familia Cagua continúa.

Se llevó a Omar a Génova, y como al medio día siguiente fue que la policía fue a hacer el levantamiento, porque no querían ir. De pronto había de esas minas antipersona, entonces los muchachos se quedaron casi un día tirados en el cafetal porque no hubo levantamiento el mismo día, evoca Gustavo Cagua.

Omar Cagua le contó a su familia lo sucedido: Él salía del cafetal. Fue cuestión de pocos segundos. Escuchó cada disparo. Miro a sus hermanos. Los vio en en la tierra, heridos. Intentó auxiliarlos. Le dispararon en la espalda. Omar estuvo varias semanas en el hospital.

Y es precisamente en el levantamiento de los cuerpos donde está uno de los baches en el proceso de reparación para la familia, Gustavo explica que “no aparecen documentos de Génova, del levantamiento, no aparece nada… que por el tiempo, que ya no hay documentos”.

Rubi Cagua es la encargada de presentarse ante la Unidad de víctimas cada vez que hay citación, la última vez que fue le dijeron que había que esperar, el gobierno tiene plazo hasta el año 2021 para efectuar la reparación de las víctimas. Con una excepción: la reparación de Omar Bohórquez no la pueden buscar ellos porque el papá de sus medio hermanos no le dio el apellido.

Sobre lo sucedido el 28 de junio de 1985, alrededor de las 11:30 de la mañana en ese cruce de disparos, solo hay un testimonio certero… su hermano Gustavo Cagua comunica su respuesta: “mi hermano Omar dijo que no quiere volver a recordarlo todo. Quiere pensarlo para ver si quiere contarle la historia”.

El Comando de Policía estaba en la parte superior de la estación de bomberos.

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández

En la plaza principal de Génova fue donde se ubicaron los guerrilleros para disparar al Comando de Policía.

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández.                                                                Foto: Orlando Quiceno L.                                                                

                                                                                                                              Fotografía extraída del periódico Satanás.                                  Refuerzos de la Policía de Caicedonia intentaron entrar por el Puente del Río Rojo, pero los guerrilleros habían preparado una emboscada. 

Según Marta Bermúdez, alias Tatiana fue encontrada en esta parte de la plaza, tenía la pierna destrozada y cargaba las monedas que robaron del Banco Agrario.

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández

Desde su casa Lidia Bermúdez pudo ver cómo llegaban a la casa azul con blanco algunos guerrilleros. Unos se quedaron y otros se dirigieron a la Plaza de Bolívar.

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández
 

Foto: Jhon Aider Dávila Fernández.                                                           Foto: Orlando Quiceno L.                                                                                                                                                                                                            Fotografía extraída del periódico Satanás.                                         Andén de la Estación de Bomberos donde exhibieron los cuerpos de los guerrilleros caídos en combate para que medios de comunicación tomaran fotografías.

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