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Maria Camila Osorio Salazar

Trigueña, de cabello negro y rizado, cejas pobladas, labios notablemente delgados y de buena estatura. Siempre estaba al grito de la moda con su copete ‘Alf’, baggys anchos, jeans talla alta, blusas anchas y maquillajes fuertes. Bon Jovi y Menudo sonaban en todas las estaciones de radio y simultáneamente Ana Claudia iniciaba sus estudios de medicina en la Universidad Tecnológica de Pereira.

En la carrera, anatomía no era su mejor materia, amaba genética, disfrutaba ver matemáticas y bioquímica era su dolor de cabeza. Su promedio no era el mejor de todos, pero le sirvió para cursar seis semestres. Pero… ¿Por qué abandonar la carrera que había soñado desde hace tanto tiempo? Pues bien, a diferencia de algunos de sus compañeros, Ana Claudia no desertó, fue el Síndrome de anovulación crónica (Afección médica en la cual no hay expulsión de óvulos y por ende no se produce la ovulación) que la obligó a dejar sus estudios. “Yo no ovulaba y menstruaba 3 semanas al mes, me dio una anemia severa y viajé a Cali a realizarme un tratamiento ginecológico”. Cuando entró a medicina lo que menos imaginaba era que precisamente una enfermedad la alejara de ser médica.

En Cali y con su salud mejorando, se presenta a la Universidad del Valle para continuar con sus estudios, pero en este caso entró a bacteriología. “Me daba miedo no pasar a medicina con mi puntaje y no quería dejar de estudiar” dice Ana Claudia. Se graduó en el año 1997 con honores en bioquímica.

Su año rural lo hizo con la bacterióloga de planta de Caicedonia haciendo los turnos de fin de semana. Tomaba las muestras, las analizaba y mandaba los resultados al médico. Tal vez fue el hecho de que la bacteriología fuese la base del dictamen médico lo que logró que ella se enamorara de la profesión, después de todo no estaba tan lejos de lo que tanto quería.

En el año 2000 tuvo a su hija Maria Salomé, la luz de sus ojos y razón por la que cada día se esforzó más en su trabajo como secretaria de salud. Tres años después ingresó a trabajar al laboratorio de Prevenir en Caicedonia donde estuvo hasta el mes de junio del año 2015, cuando decidió dejar su trabajo, su familia y su estabilidad(económica y social) para migrar a Estados Unidos en busca de ‘mejores oportunidades de vida’.

Aquí en Colombia no vivía llena de comodidades, pero nada le faltaba. El salario mínimo se dividía entre el arriendo, transporte escolar, alimentación y de vez en cuando uno que otro ‘gustico’. Era una persona obsesionada por el orden, todo lo que gastaba lo apuntaba, tenía cuadernos llenos con sus cuentas, así evitaba pérdidas de dinero y tenía un gran manejo de su economía.

Según datos del Banco Mundial, para el año 2015 se registraron aproximadamente 250 millones de migrantes, una cifra que refleja el interés de muchas personas en buscar ‘mejores oportunidades’, entre las cuales se encuentra Ana Claudia, quien viajó junto a su hija, el 6 de junio del año 2015. Aclaro, con visa de turista…

Cuando le preguntan qué la impulsó a tomar esa decisión, se le quebranta la voz y dice: “Lo que a todo el mundo le impulsa, las políticas de un gobierno corrupto, lo mal pago que es el profesional, los malos consejos de unos amigos, el ver que de pronto aquí había un futuro para Salomé (…) Me vine buscando un futuro mejor, pero esto es muy diferente a lo que a uno le pintan, las cosas no son como parecen, esto no es el sueño americano sino la pesadilla americana”.

Al llegar a Estados Unidos se instaló en la casa de sus amigos, esos mismos que le había pintado el paraíso americano, y que le dijeron que iba a ganar 400 dólares a la semana de los cuales iba a pagar 600 mensuales de renta. Pero no fue así, le cobraron 850 dólares de 250 que ganaba semanalmente. Vivía en una habitación que tenía que compartir con su hija. Había un colchón, un televisor, un armario y por supuesto el baño. La alimentación debía ir por cuenta suya, igual que la lavandería. De nuevo el destino la había sorprendido con algo que ella jamás esperó.

Al no tener papeles de residente ni nacionalidad, Ana Claudia no pudo aspirar a trabajar como bacterióloga ya que en los Estados Unidos esos títulos no valen nada. El primer trabajo que tuvo fue en un periódico llamado Jothson, allí debía surtir una línea de revistas; simultáneamente trabajaba de 6 p.m a 2 a.m en otro periódico organizando la propaganda. Esa fue su rutina desde junio hasta diciembre de 2015.

Con la llegada del invierno, los empleos escasean y empieza la búsqueda de trabajos pasajeros. Tras salir del periódico Ana Claudia encuentra un empleo temporal en la juguetería Toys R US que es una de las bodegas de juguetes más grandes del mundo. Trabajaba en la noche y debía recorrer todos los pasillos organizando los juguetes en las estanterías. “Antes de que acabara la temporada decembrina me llamaron de la agencia diciendo que había trabajo en un laboratorio empacando material quirúrgico entonces me salí de la juguetería porque pues el otro era un trabajo estable. Y desde eso estoy en el laboratorio NASP- ensambladora y empacadora de material quirúrgico” manifiesta Ana Claudia.

Salomé

Desde muy pequeña había sido una niña vanidosa, preocupada por su aspecto y su presentación personal. Estando en Colombia notó que en uno de sus ojos había salido una bolita, algo así como un orzuelo. Pasaron los días y dicha protuberancia no desaparecía… Ya en Estados Unidos la bolita empezó a aumentar de tamaño, Ana Claudia lleva a Salomé al médico y este le dijo que con pañitos de agua tibia todo mejoraría. Pero no fue así, la bolita fue aumentando más su tamaño y a ponerse un poco roja, el dolor apareció.

Como era tan vanidosa y no quería que nadie viera eso que parecía un orzuelo, decidió maquillarse para tapar el color rojizo de su parpado, esto en vez de mejorar la situación logró que dicha bolita se reprodujera en el otro ojo, en el parpado superior e inferior. El dolor era más fuerte, empezaron a picar y arder los ojos, la piel que rodeaba la zona fue descascarándose como cuando tienes una quemadura por el sol. Las bolitas empezaron a segregar sangre y pus, los síntomas cada vez eran más fuertes y a Salomé se le dificultaba ver con claridad.

“Eso fue traumático. Para ver se me dificulta mucho porque como tengo que utilizar un ungüento y eso me nubla mucho la vista, entonces claro, por las gafas negras y el ungüento no puedo ver bien y es muy maluco para ir a estudiar, por ejemplo en la clase de arte me toca preguntarle a la gente ¿qué color es este? ¿qué color es este? Porque yo la verdad no veo bien’’ dice la niña.

Lo diferente no siempre es mejor

Las decisiones que tomamos impulsados por la ambición de buscar ‘algo mejor’ de lo que tenemos, pueden llevarnos al borde de la locura. Pensamos que en otro lugar estaremos mejor, que otro trabajo nos hará más felices, que cambiando todo lo que tenemos podremos conseguir algo mejor de lo que hay. Pero las cosas no siempre resultan ser como esperamos, por ejemplo Ana Claudia y Salomé no han encontrado eso ‘mejor’ que buscaban cuando dejaron su tierra, y no solo ellas, hay cientos de personas que al año viajan ambicionando un mejor futuro y mejores oportunidades. Joaquín Arango, investigador del GEPS (Grupo de estudios de población y sociedad)  explica que “Las migraciones son el resultado de decisiones individuales, tomadas por actores racionales que buscan aumentar su bienestar al trasladarse a lugares donde, la recompensa por su trabajo, es mayor que la que obtienen en su país, en una medida suficientemente alta como para compensar los costes tangibles e intangibles que se derivan del desplazamiento.”

Ana Claudia que durante toda su vida se ha visto envuelta en situaciones que la han obligado a abandonar sus sueños, su país y sus pertenencias, aprendió que hay que valorar lo que se tiene y luchar y sacrificarse por lo que uno quiere. “Me arrepiento de haber desaprovechado oportunidades laborales, yo decía que no trabajaba de noche por la niña, aunque no me arrepiento de haberle dedicado tiempo a ella porque fruto de eso es la hija tan responsable, tierna, dedicada y luchadora que tengo. Pero pues desaproveché oportunidades muy buenas que si las hubiera tomado no estaría acá (…) Uno a veces por ambicionar comete errores” dice la mujer.

Por otro lado Salomé dice: “Todo tiene una razón de ser, por algo pasan las cosas. Yo pienso que Dios nos tiene a todos un librito escrito de la vida de cada uno y pues el señor decidió traernos a este país y ponernos todas y cada una de las pruebas y algo tengo muy claro y es que si no hubiese venido acá nunca hubiese tenido esa sed de paz y tranquilidad del señor, creo que ese es mi mayor aprendizaje”.

CAMBIO DE VIDA

Ana Claudia con su hija Maria Salomé

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Martes, 7 Junio 2016

TEXTO: MARIA CAMILA OSORIO SALAZAR

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