"ANÓNIMO": UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
Maria José Olaya Walteros
Actualmente en Colombia “del 40% al 45% de los órganos se pierden por la negativa familiar” dice el congresista Rodrigo Lara. Por lo que se estipuló un proyecto de ley que convertirá en obligatoria la donación de órganos, a menos de que se manifieste negativa en vida. Este proyecto ya fue aprobado por el senado de la república y ahora espera el aval de la cámara de representantes, para que finalmente comience su vigencia luego de pasar por las manos del presidente Juan Manuel Santos.
En nuestro país se presentan 12 donantes por cada millón de personas, que pueden pasar años en una lista de espera. En el año 2014 hubo 1991 receptores esperando un riñón y de ellos 732 pudieron encontrar un donante.
Comenzó con manchas rojas en pies y tobillos. Tenía 12 años cuando, lo que en un principio diagnosticaron como unas supuestas picadas de pulgas, le empezaron a arrebatar las fuerzas. No sirvió aplicarse alcohol en las noches y desinfectar la cama en las mañanas; necesitó de diálisis, procedimiento que ayuda a eliminar el exceso de líquidos y desechos en la sangre, tres días por semana. No eran ni pulgas ni una enfermedad llamada Púrpura, que ocurre cuando células del sistema inmune atacan plaquetas que son fundamentales para la correcta coagulación de la sangre; se trataba de Lupus, una enfermedad hereditaria que en el momento ningún miembro de su familia padece.
Un donante vivo debe estar bien física y psicológicamente, no debe tener problemas de alcoholismo ni farmacodependencia, debe estar libre de enfermedades de la presión, cáncer, diabetes, hepatitis, VIH. Generalmente uno de los requisitos es que la persona sea mayor de 18 años.
“Algo así como que las células se alocan y se atacan entre ellas”. A Camilo su propio organismo empezaba a quitarle poco a poco la utilidad del riñón. En busca de otros expertos y tratamientos, fueron 139 kilómetros de pensamientos de culpabilidad, que desde Popayán a Cali rondaban la cabeza de Marieta, su mamá. Sentía que no había dedicado el tiempo necesario, “Era como un castigo para mí, pero el que sufría la enfermedad era él”, y ahora tendría que dejar su trabajo y dedicarse tiempo completo a su hijo.
Después de haber sido aceptado como donante, se escoge según el historial médico cuál persona se asemeja más a él o ella. Se hacen los exámenes pertinentes y se estipula una fecha exacta y una hora en la que un órgano de un “anónimo” estará dentro del cuerpo de otra persona de la que no conoce su rostro, su sexo, ni aquello de lo que padece.
Espero, mientras la escucho con voz quebraba y algo pausada, que finalmente no la invadan las lágrimas. Recuerda Marieta cómo después de acudir a hierbateros, personas que leen la orina y médicos, no recibió buenas noticias para su hijo, que a los 12 años debía tener una función renal casi del 100% y en ese momento tenía solo el 10%. Según todos ellos tendría que someterse a diálisis por tiempo indefinido o esperar que un paro cardiaco le quitara la vida.
Llega el día y la hora. En medio del sudor frío y unos pies algo inquietos, los médicos tratan de darle un parte de tranquilidad al donante, que a pesar de tener la opción de retractarse hasta el último minuto, sigue firme en sus deseos altruistas y desinteresados de dar vida a un ser humano totalmente ajeno a él o ella. Se le pide que se quite la ropa y se ponga una bata. Es puesto en la camilla y remitido a la sala de cirugías.
En el caso de Camilo, no se desmoronaban una sino dos vidas, “para mí fue muy fuerte porque yo decía ¿por qué mi hijo? ¿Por qué le tenía que pasar eso a él?”. Él trataba de hacerse emocionalmente más fuerte, solo recuerda dos o tres momentos en los que no aguantó y se quebró.
El “anónimo” está allí, pensando en muchas cosas, como su familia, amigos y lo que podría dejar atrás, mientras entrecierra sus ojos al verse encandilado por la lámpara que apunta su rostro. El médico coloca una vía intravenosa en su brazo o muñeca, para controlar la presión cardiaca y arterial. Antes de la anestesia solo escucha un chorro de agua, el sonido de un caucho al estirarse, el pitido del monitor cardiaco y lo que parece el roce de unas pinzas al salir de su empaque.
En un principio la EPS no cubrió las diálisis que Camilo requería, al no cumplir con las semanas cotizadas. Sus papás pidieron prestado el dinero y acudieron a la ayuda de sus familiares. Tenían que desembolsar 1’080’000 pesos por semana para realizar las tres sesiones que necesitaba, cada una con un valor de 360.000. Así que con una acción de tutela que salió a su favor lograron un aliciente económico por parte de la EPS, para cubrir su tratamiento y algunos medicamentos de alto costo.
Se ubica al paciente en posición decúbito lateral, con el lado a tratar hacia arriba. Se hace un procedimiento laparoscópico que consiste en inflar el abdomen con dióxido de carbono para generar un espacio entre la pared abdominal y los órganos internos, y así por medio de pequeñas incisiones son introducidos tubos delgados para que los instrumentos puedan deslizarse y ser utilizados a través de ellos. Todo esto es observado en un monitor por medio de una cámara de vídeo conectada al laparoscopio.

Procedimiento laparoscópico.
En Cali duró una semana en la clínica Valle del Lili, allí recuperó algo de energía y vio como sus pies empezaron a desinflamarse. Con las diálisis continuó aproximadamente ocho meses, tratamiento que tuvo que acompañar de algunas quimioterapias para controlar el lupus.
Se procede a realizar las incisiones de los trocares. Como si estuviéramos dentro de la cámara vamos bajando hacia el intestino y un poco más abajo nos vamos acercando al riñón. Ahí vemos cómo con los instrumentos quirúrgicos van liberando el órgano de los tejidos que lo rodean. Llegamos a la vena renal, la cual más adelante tendrá que ser implantada en la vena iliaca del receptor (esta vena se une a la vena Ilíaca interior formando así la vena ilíaca común, la cual se encarga de drenar la sangre de la pelvis y miembros inferiores).
A Camilo le sugirieron que iniciara diálisis peritoneal (consiste en introducir un líquido que contiene solución y químicos (electrolitos) al peritoneo. Ese líquido hace contacto con los vasos sanguíneos y absorbe los desechos que hay en la sangre, después se drena y todo es expulsado por medio de bolsas. Pero este procedimiento no funcionó en él, ya que empezó a llenarse de líquidos, porque adicionalmente a que no podía orinar, los líquidos de la diálisis peritoneal también se empezaban a acumular.
Una de esas pocas veces que Camilo se quebró fue cuando dijeron que debía recomenzar las sesiones de diálisis a las que antes había sido sometido, “Fue una de las veces en que lloré porque ya no quería más, porque era mucho para mí, ya se estaban tapando los catéteres donde me hacían las diálisis”.

Diálisis. Foto: El Heraldo SLP.
En este punto de la cirugía se debe preparar al receptor antes de cortar el uréter (conducto por el que desciende la orina del riñón a la vejiga). En el quirófano del lado, la persona que recibirá el trasplante sigue los primeros pasos que realizó su donante. Vestido con una bata y ubicado en la camilla, es conectado con una vía intravenosa y catéteres en su cuello y muñecas para muestras de sangre y seguimiento de su presión arterial y cardiaca.
Le dijeron que debía practicarse exámenes de creatinina, función renal, nitrógeno úrico, sodio y potasio. Antes de eso, mientras pasaba por uno de sus peores momentos física y emocionalmente, una de sus tías oró por él y le preguntó si creía en Dios, a lo que él respondió - ¿Para qué creer en Dios, si Dios no existe? A los tres días al realizarse los exámenes, los resultados arrojaron que tenía un 68% de función renal y luego en unos segundos exámenes obtuvo un porcentaje de 85%, “Gracias a Dios, después de pensar que iba a volver a las diálisis, me sané”.
Acostado hacia arriba y bajo el efecto de la anestesia, dentro del receptor será introducida una sonda en la vejiga y por la boca un tubo que conducirá a los pulmones, que conectado a una maquina le ayudará a respirar durante la cirugía. El médico limpia la piel con solución antiséptica para luego realizar la incisión en la parte inferior de un costado del abdomen. Lo primero es buscar los vasos, la arteria y la vena iliaca.
Solo tuvo una recaída en el 2007 cuando estaba recién llegado a la capital. En ese momento tuvo que ser sometido nuevamente a algunas quimioterapias. Además sufrió infartos óseos y una necrosis avascular en el tobillo, debido al consumo de prednisolona (un inmunosupresor muy fuerte que a pesar de su eficacia, tiene efectos secundarios bastante adversos) por lo que le han realizado una artrodesis e injertos vascularizados en ambos pies. Desde entonces el lupus en Camilo ha estado controlado. Sin embargo, la afectación renal ya existe haciendo que los riñones colapsen, al tener células que no se regeneran y que con el paso del tiempo se irán deteriorando, haciendo inminente un trasplante de ese “anónimo” compatible, que puede estar en cualquier sala de operaciones de algún hospital.
Nos trasladamos al quirófano del donante, donde el médico mediante un dispositivo circular introduce su muñeca dentro del cuerpo, mientras espera la orden para extraer el riñón. Colocando rápidamente el órgano en un recipiente y llevándolo a un laboratorio continuo donde es revisado, se realiza la limpieza de sangre para evitar coágulos, se lleva a cabo la perfusión de unas soluciones de preservación (las cuales sirven para disminuir la degradación celular y así ayudar a mantener en buen estado la función del órgano) además de ser conservado a bajas temperaturas.
Él y su familia contemplan otras posibilidades para agilizar el proceso, “desde hace un año se pensó en un donante vivo, mi mamá va a ser la donante”. Por inconvenientes administrativos de la Fundación Santa Fe en Bogotá, no ha podido continuar de forma rápida con los procesos necesarios para realizar el trasplante de riñón con donante vivo. Actualmente sigue tomando varias medicinas como: píldoras para la presión, inmunosupresores, colchicina para controlar el ácido úrico en la sangre, cloroquina y alopurinol para ayudar a su riñón.
El riñón es llevado lo más rápido posible al receptor. Si se trata del riñón derecho del donante, se implantará en el lado izquierdo y si trata del riñón izquierdo, será implantando en el lado derecho. La vena renal y la arteria del donante serán suturadas a la arteria y vena iliaca externa. Después el uréter del donante es conectado a la vejiga. Para finalizar el trasplante, en la incisión se sutura con puntos o grapas quirúrgicas y es colocado un vendaje estéril.
Muy probablemente así transcurrió, con algunas variaciones, a veces determinantes para la vida de los pacientes, la intervención de cada una de las 457 personas que durante los primeros nueve meses del 2015 lograron un trasplante renal. Camilo continúa en lista de espera, junto a otras 1280 personas o más, que anhelan lo mismo que él, un riñón, un donante, un “anónimo”. Cada año va aumentando la cifra de personas que dependen de otra vida para recibir una segunda oportunidad. El incremento del año 2012 al año 2014 fue del 178%, y aún la cifra entre donantes y receptores no logra equilibrarse.
De 3000 personas que esperan un órgano en Colombia, aproximadamente el 30% de ellas muere antes de encontrar un donante. Con solo un “anónimo” se pueden salvar hasta 55 vidas.
TEXTO: MARIA JOSÉ OLAYA WALTEROS
Martes, 7 Junio 2016
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Foto: fundación Valle del Lili.