Visibilizar lo que siempre ha existido

En momentos de polarización hablar sobre el papel de la mujer en el territorio es un
tema que genera inquietudes en la sociedad; algunos y algunas lo consideran ideal, otros y
otras exagerado, hay quienes simplemente suponen que son temas modernos de los que es
necesario hablar y, como siempre, están aquellos y aquellas que no le ven gran importancia.
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Aunque muchos no lo crean la visibilización de las mujeres ha sido poca en la sociedad, no por inexistencia, sino porque la posición en la toma de decisiones siempre ha estado subvalorada por considerarlas el sexo débil. La lucha que ellas han enfrentado por el respeto a sus derechos es un tema constante y perseverante, se han tocado diferentes fibras desde que el movimiento feminista internacional empezó a escucharse y aún hoy se cree que es algo exagerado darle protagonismo a quienes siempre han estado en la sociedad. Las cifras de violencia, maltrato, acoso y agresión diariamente están en aumento, a pesar de tantos casos que no se denuncian.
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Para Lucelly Velasco el hecho de tener que nombrar el masculino y el femenino de
cada palabra, es decir, el “los” y el “las” en alguna conversación es un tema consciente sobre
lo molesto que es recordar que en la sociedad no solo hay hombres y, que al decir “todos”, no
se está tomando a la mujer como parte del ambiente, es más, antes se está invisibilizando.
Ella hace parte del Observatorio de Mujer Cultura y derechos de la ciudad de Armenia y
desde que estaba en la Corporación Diálogo Democrático se ha enfocado en la defensa de los
derechos de las mujeres, además de diferentes formas de lucha que diariamente tiene que
enfrentar para demostrar que la voz de la mujer también pertenece a la sociedad.
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El Observatorio Mujer Cultura y Derechos surge en 2010 por iniciativa de algunas
mujeres quindianas preocupadas por la ausencia de una organización vocera de mujeres en el
departamento mediante la cual se exigiera la igualdad de género y se denunciara la violencia
contra ellas. En 2011, la Corporación Diálogo Democrático (CDD) ofreció su espacio
institucional y físico, además de su experiencia en derechos humanos y cultura ciudadana
para que el grupo de mujeres se proyectara desde allí. En el 2012, cuando la propuesta del
grupo cobró fuerza se decidió crear formalmente el Observatorio. Como lo señalan sus
estatutos, la nueva entidad está integrada por un grupo interdisciplinario de mujeres
profesionales que tienen como objetivo “promover y defender el ejercicio de los derechos
humanos y la ciudadanía de las personas con un enfoque integral, incluyente y humanista,
desde una perspectiva de equidad e igualdad de géneros”.
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Al preguntarle a Lucelly sobre el papel de la mujer en el territorio menciona que se
han realizado intervenciones de todas las amenazas que se vienen presentando, por ejemplo
en la explotación minera, “los proyectos que afectan el ambiente y atentan contra la
naturaleza también impactan en las mujeres; desde tiempos ancestrales hemos tenido una
gran conexión con la naturaleza, fuimos las creadoras de la agricultura, nuestros ciclos de
menstruación se relacionan con la luna, hemos usado las plantas medicinales ancestralmente
para el cuidado y la salud, hemos utilizado la naturaleza para la cocina, esto ha llevado a las
mujeres al cuidado de la familia, la alimentación, y todos aquellos roles que nos ha asignado
la sociedad, aunque esto no quiere decir que por naturaleza las mujeres seamos cocineras,
pero en esos espacios nos hemos desarrollado”.
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Los roles en una sociedad como la colombiana se enmarcan por ámbitos específicos,
por eso como lo afirma Clara Luz Jaramillo, profesional en filosofía de la Universidad del
Quindío “hay diferentes territorios en nuestra sociedad, en este sentido entendemos el del
cuerpo de la mujer como uno de ellos y, específicamente, la manera en la cual las
modificaciones corporales lo alteran”. Para ella este tipo de prácticas pueden tomar la vida de
las mujeres de un momento a otro puesto que hay instantes de vanidad donde lo que se ha
construido se puede derrumbar. De igual forma son frecuentes las enfermedades que se
manifiestan a lo largo de los años pero, dice ella, la reflexión no se hace desde esta situación.
“Parece normal hacernos cirugías para modificar nuestros cuerpos, pero en realidad estas
decisiones tienen presiones sociales como lo son los cánones en la forma de los cuerpos, tanto
que a veces nos burlamos de las mujeres que no cumplen esos modelos de belleza, y esto no
es algo actual, es histórico, por ejemplo, el corcel en la época victoriana donde las mujeres
llegaban a tener cinturas muy pequeñas solo para verse bellas y ser aceptadas”.
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De acuerdo a la publicación Semana sostenible, las mujeres producen más de la mitad
que les correspondería en la economía: cada vez tienen un rol más protagónico en la
economía formal, sin haber dejado a un lado su responsabilidad, casi total, sobre el cuidado
del hogar, los niños y los ancianos. Las cifras de Medicina legal y el Dane muestran que 7
horas y 23 minutos de la semana de las colombianas están dedicadas al trabajo no
remunerado en oficios, como el cuidado de los hijos y del hogar.
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Durante mucho tiempo han existido mujeres que se han tomado la vocería para liderar
campañas en contra de “lo establecido”, sin embargo, en la mayoría de los casos son objeto
de críticas hacia su físico, situaciones que claramente no ocurrirían si fueran hombres los que
lideraran esta lucha. En el cubrimiento de los medios de comunicación sobre los liderazgos
femeninos, con frecuencia aparecen cuestionamientos sobre sus escogencias de vestimenta o
pareja, temas que nunca aparecen en las discusiones con hombres. Pocas veces se manifiestan
dudas similares sobre la posibilidad de que la esposa de un político ejerza influencia desmedida sobre su marido. En el conflicto colombiano la victimización de las mujeres ha sido repetida: a la violencia armada se suman la violencia sexual, doméstica y el desplazamiento.
Las mujeres en la guerra han sido combatientes y sobrevivientes. Han reconstruido y
pacificado en medio de la devastación y el desplazamiento, la mayoría de ellas han hecho
hasta lo imposible por criar nuevas generaciones deseosas de paz.
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A la conclusión que llegan diferentes activistas sociales como Lucelly o Sandra
Castañeda, directora del observatorio, es al hecho de que todo parte de la cultura y de la
forma en que se ha enseñado la realidad. Es irrefutable que la educación recibida por muchas
personas está enmarcada por una sociedad patriarcal, de obediencia y sumisión hacia quienes
tienen el poder, que básicamente, en su mayoría, son hombres. Activistas del grupo de
mujeres, afirman entonces que “como la cultura es transmitida de generación en generación,
en cierto punto la normalidad de las acciones está enmarcada por la costumbre de que las
mujeres barran, cocinen y mantengan la casa arreglada, sin embargo, en la medida que
avanzamos en los derechos de las mujeres, muchas hemos tomado conciencia que a los
hombres hay que educarlos de la misma forma que a las mujeres, es decir, que tienen que
aprender unas cosas que son básicas para la vida, es que no es nada del otro mundo, si tú
sabes arreglar tu ropa, si sabes asear el lugar donde vives, si sabes cocinar es una ganancia
que tienes como ser vivo que te hace ser autónomo, la otra cosa es que tú dependas siempre
de alguien porque no tienes ni idea, tenemos que trabajar es en la autonomía de los seres
humanos”.
De esta forma se resalta la labor que realiza no solo el observatorio de Mujer, cultura
y derechos, sino también la Red de Salud de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe
(RSMLAC) que es una instancia regional, un espacio político de articulación de personas,
organizaciones, de movimientos sociales y de la salud de las mujeres. Formado por 558
organizaciones y 329 afiliadas a título individual, en 20 países de América Latina y
el Caribe. Entre las actividades realizadas por esta organización se encuentra el diplomado
“Reinventando la ciudadanía”, encuentro apoyado por la RMSLAC y la Universidad del
Quindío, contando con la participación de 95 mujeres y 2 hombres. También se han realizado
talleres y encuentros con las integrantes de consejos comunitarios de mujeres en cada uno de
los doce municipios que buscaban diagnosticar la situación de las mujeres en el
departamento. En el 2012 la asociación lanzó la campaña “Llamado para la no-violencia en
contra de las mujeres”, donde Martha Elena Hoyos, integrante del Observatorio compuso la
canción “Es hora del llamado”. Entre 2013 y 2014 se realiza la investigación sobre las
mujeres del Quindío en la configuración y consolidación del Paisaje Cultural Cafetero.
Actualmente el observatorio apoya la realización del Festival Internacional de Caricatura “No
todo lo que brilla es oro” que se realizó en Calarcá en el mes de junio. Se tuvieron diferentes
actividades además de la conmemoración del día de la mujer el 8 de marzo en el parque
sucre.
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Así mismo las integrantes de estas organizaciones tienen unos objetivos claros con
respecto al fortalecimiento de la sociedad, lo que le espera a las comunidades gracias al
trabajo y empeño de estas activistas es una sociedad inclusiva con justicia social, política,
económica, antirracista y de género; con equidad e igualdad, en que prevalezca la libertad, la
paz, la no discriminación y la solidaridad. Donde el empoderamiento y la autonomía de las
mujeres aseguren el pleno ejercicio de su ciudadanía y la vigencia de los derechos humanos,
en particular su derecho a la salud integral, los derechos sexuales y derechos reproductivos.
Un mundo en donde los derechos sean plenamente respetados.
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Texto y fotos por: Johan Andrés Rodríguez Lugo

