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Confesionarios de la  Perdición 

     Me interesan los baños cargados de cierta estética particular y salvaje. Me gustan esos que tienen pegado en las paredes figuras de modelos, políticos o de algún santo. Baños raros. Lugares que te rellenan la cabeza de recuerdos banales que no puedes olvidar. Baños extraños con luces de neón o sin luces, con cortinas en vez de puertas, con baldosas de colores o de esos que se construyeron al aire libre, en la intemperie. ¡Bonito!

     Baños donde lo divino, lo humano y lo que muchos considerarían como ordinario, se convierte en la representación de quienes los frecuentan. Se trata de pequeñas huellas materiales de la vida colombiana de hoy y de otros tiempos, en ausencia de sus protagonistas. Además de tener oídos, esas paredes [muchas veces sudorosas] vienen con historias escritas, esculpidas, pintadas. Allí hay collage y arte subterráneo. Quizá el talento no está en las manos de toda la concurrencia; algo muy distinto nos pueden contar sobre ellos el color y las formas que están en esos “confesionarios de la perdición” (la definición de ‘baño’ que le escuché mentar a un señor cuando salía de un balneario público, hace un par de meses).

     Este es un mapa de la impermanencia, un recorrido por Colombia a través de los baños... 

Por: Gabriel Linares

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