ALGO EXTRATERRESTRE
Por: Katherin Serrato

«La nuestra es esencialmente una época trágica», escribe David Herbert en El amante de Lady Chatterley. Es habitar un cuerpo sin razón alguna y buscar razones en la guerra para tener por qué vivir. O morir. Es apretar el gatillo para silenciar al pueblo. A un cementerio de vivos que le han gritado piedad a la indiferencia por más de 50 años. Mil novecientos cuarenta y ocho: conflicto bipartidista entre liberales y conservadores. Muere Jorge Eliecer Gaitán. Juan Roa, el posible autor del homicidio, es arrastrado por las calles de Bogotá, a manos de un pueblo cansado de la represión. La intención, en un país como el nuestro, es ir con la cabeza en alto arrastrando la muerte. Al opositor. Sólo aquí, en este punto, reconocemos hasta dónde puede seguir siendo humana una persona, aún con todo el silencio que se nos ha impuesto.
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Calarcá, Quindío. Sábado 6 de mayo, 12:47pm. Barrio Simón Bolívar. Al fondo, en una Iglesia Adventista del Séptimo Día, se escucha:
Ten piedad, señor, ten piedad,
soy pecador, ten piedad.
Ten piedad, señor, ten piedad,
soy pecador, ten piedad...
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– Todo lo que me ha pasado no tiene justificación. Cómo es posible que un Dios me haga todo esto a mí. Todo lo que he sufrido. ¡Yo no vuelvo a creer ni en Poncio! Aunque bueno, ahí lo difícil era sacarse todo eso de la cabeza, pero poco a poco se me fue metiendo la idea de que Dios no existía y que no existía. Incluso, entre menos creo en Dios, más inteligente soy... Y bueno, no sé...yo sólo quería ser otro: sacarme toda esa basura de la cabeza. Simplemente ser otro –cuenta Educardo Velásquez, con el cansancio de sus 71 años. Ése cansancio que se forja en la soledad, y, sobre todo, en las calles–. Mil novecientos cuarenta y siete: el barrio Valencia de Calarcá, le da la bienvenida al país violento. A una guerra inútil (aunque la palabra misma lo sea) que ha existido siempre. A ésa que le hemos puesto inicio y fin, en un periodo interminable.
Dios ha muerto para quienes la guerra les ha arrebatado todo. Para los que han nacido en tiempos difíciles. Dios ha muerto para quienes se les han cerrado las puertas del hogar. Para los que han sido una burla en la sociedad por lo que piensan o han dejado de creer. Dios ha muerto para quienes lo han buscado y no lo han encontrado. Para los que han perdido su fe en las calles, debajo de los puentes o en los parques. Dios ha muerto para quienes el farol 1 se les ha apagado en el camino.
– ¿Guerra? ¡Ja!, a mí pregúnteme cualquier cosa sobre guerra y yo se la respondo. Hay mucho por contar sobre el conflicto: cuando salía del colegio, veía camionadas de muertos por peleas entre liberales y conservadores. Con decirle que a las mujeres embarazadas les abrían la barriga para sacarles el feto y tirarlo. Incluso, una vez el ejército de Barcelona (Quindío) llegó a Córdoba (Quindío) tumbando puertas y ventanas para sacar a todo el mundo a la fuerza. A unos los encerraron en la Iglesia, y a otros en el parque. A mí me metieron con mi papá al teatro... Y todo eso mientras saqueaban el pueblo y violaban a las mujeres. En otra ocasión subieron las chusmas conservadoras a incendiar las casas. A nosotros nos quemaron la finca del Alto Del Oso. Ya estando más adulto, unos policías me cogieron por el barrio El Laguito de Calarcá para hacerme pasar por un guerrillero. Era un falso positivo...Y todo esto era entonces, una masacre tras otra – recuerda Educardo–.
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Llueve. Las rutas 24 y 25 terminan de hacer por enésima sus recorridos por Calarcá y Armenia. Nuevamente, como todos los días, se parquean al frente de la casa de Educardo. El coro de la misma Iglesia Adventista, que ya no parece escucharse al fondo, sino en nuestras narices, sigue alzando su alabanza ante el Dios omnipresente:
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Dios de lo creado,
de la tierra, cielo y mar,
los cielos son tu santuario,
gloria a ti Señor Jesús...
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El universo es perfecto. O casi. Todas las formas de materia y energía, gobernadas por las leyes físicas, están allí. Durante años hemos intentado comprender, lo que a simple vista, parece inalcanzable: Copérnico y su teoría Heliocéntrica, donde el Sol se encuentra en el centro del Universo y la Tierra completa cada año una vuelta alrededor de él; Galileo, quien sostuvo que la Tierra es la que gira alrededor del Sol, contradiciendo la creencia de que la Tierra era el centro del Universo; Kepler y la descripción matemática -en sus cuatro leyes-, sobre el movimiento de los planetas en sus órbitas alrededor del Sol; Newton y la observación de la órbita de la Luna alrededor de la Tierra y la órbita de los planetas alrededor del Sol, definido por la gravedad; Einstein y su teoría sobre la relatividad, en donde describe el movimiento de los cuerpos y sus interacciones electromagnéticas... Y así sucesivamente, hasta darle una explicación al universo.
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La Tierra puede ser redonda, ovalada, cuadrada y plana. Puede ser de muchas formas para seres tan complejos e inconformes como nosotros. Podría resultar sencillo tener una idea. Guardarla en medio de cuatro paredes o en un documento que certifique que es nuestra. Esconderla de las críticas, que no necesariamente son constructivas, o de las personas que sólo se escuchan a sí mismas. Tenerla allí, como quien espera a que en cualquier momento, alguien llegue:
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– Es difícil porque nadie escucha. Es más fácil tratar de loco alguien sin ni siquiera escuchar sus razones –hace una pausa–. Igualmente, creo que también es difícil pararle bolas a una persona como yo... que fui indigente. Me tocaba mirar hacia arriba a los que nos miran para abajo... Como le digo pues, yo he pasado del infierno, a la gloria. Pero bueno, el caso es que... No, de verdad, en serio muchas por venir. Por estar aquí dispuesta a escuchar parte de mi vida, y algo que tuve guardado por más de 15 años –sus ojos se humedecen y prosigue de inmediato–. Venga, venga le muestro mi teoría. Párese aquí en este punto para mostrarle cómo es que la Tierra gira alrededor de la Luna hasta completar una vuelta completa.
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Una caja de contenedores Darnel de 16 onzas y otra de Desechables Caribe, son la base para sostener un cuadro de la Torre Eiffel, que vienen a ser la improvisación de una mesa con materiales reciclables. Educardo es reciclador. Sobre ella, hay una vasija roja, que representa el Sol, y dos esferas de plástico: una verde que es la Tierra, y otra amarilla, que es la Luna. Ésta última pintada en la mitad con un color más oscuro para mostrar la cara oculta:
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– Cada fase dura siete días. Al año hay 13 lunas diferentes por 28 días. ¿Estamos? La tierra gira alrededor de la Luna completando tres movimientos: gira en su eje, rota alrededor de la Luna y se traslada alrededor del Sol –se sirve un vaso con agua y continúa–. Entonces mire, cada fase lunar se da porque nosotros nos trasladamos alrededor de ella. Entonces, si la Luna girara alrededor de la Tierra, nosotros, que estaríamos rotando, no la alcanzaríamos a ver. Con decirle que ni el Sol ni las estrellas se mueven. Pareciera que sí, pero somos nosotros los que cambiamos de dirección. El ejemplo de un error está también en los eclipses lunares y solares que los científicos dicen haber medido, pero que no dan: en el eclipse lunar, La Tierra y La Luna giran hacia un mismo lado y dura una hora. Pero eso no puede ser posible, ya que dos cuerpos en la misma dirección tendrían que ir más lento, y por lo mismo, tendrían que durar más. Ahí el primer fallo. Y en el eclipse solar, donde la Luna y la Tierra van en direcciones opuestas, tendría que durar menos. Y menos, diría yo, sería casi un segundo por la velocidad que éstas llevan.
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Contradecir las leyes del Universo no es fácil, ya que implica refutar o destruir a grandes teóricos de la Física y la Astronomía. Todo lo que es diferente nos aterra. Nos da miedo. El camino más fácil es ignorar. No escuchar, sino burlarnos:
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– Todos me han tratado de loco. Recuerdo una vez llamé a mi hermana para ir a Bogotá y ella me preguntó que para qué iba a ir. Yo le respondí que me quería mostrar como científico porque tenía descubrimientos y también quería enseñárselos a la familia para que me llevaran al Observatorio Astronómico... ¡Y ahí mismo respondió!: «no venga que usted está loco y aquí nadie le va a parar bolas». Y me colgó el teléfono –sonríe para sí mismo–. La verdad, yo salí riéndome de Telecom, pero a la vez me cuestionaba si de verdad estaba loco. Para mí era algo extraterrestre haber llegado hasta aquí. Pero luego me respondía que no. Que no estaba loco. Por eso, con la ayuda de mi hijo realicé una carta para recoger firmas y poder viajar para mostrar mis conocimientos. De hecho, también salí por Noticias Caracol hace varios años. El caso, es que, hasta el momento, nadie en este mundo me ha demostrado algo sobre el Sistema Solar. No hay. Y no hay precisamente porque no nos enseñaron nada más. Porque nadie lo dejó escrito. Lo que nos enseñó el maestro lo sacó de un libro, ¿sí o no? Y el que escribió el libro ya está muerto.
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Entre sus cosas, que parecen más bien un recuerdo de todo, saca una carta desgastada por los años, que dice:
DEL INFIERNO A LA GLORIA
Yo, EDUCARDO VELÁSQUEZ ROSAS, identificado con la C.C #7.507.617 de la ciudad de Armenia (Quindío), haciendo uso de mi gusto por la astronomía y mi capacidad por la observación del espacio, he tenido la oportunidad de descubrir algunos acontecimientos astronómicos que difieren con las teorías de la ciencia moderna. Pero debido a la falta de apoyo de la comunidad local, no he podido sacar adelante mis investigaciones, por lo cual he decidido buscar una oportunidad en la capital. Por este motivo, necesito cualquier ayuda económica para la realización de dicho viaje.
Teniendo como testigos de mis teorías a los señores:
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Didier Pérez Bonilla CC 18.410.979 “Propietario Panadería Punto 25”
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Jimmy Galvis Torres CC 18.398.122 “Funcionario Cámara de Comercio de Calarcá”
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Julián Mauricio Velásquez CC 18...

Una cinta vieja y degradada por los años, no permite ver la información completa de su hijo. Por otro lado, el título, que parece más bien la portada de una novela trágica, hace referencia al abandono de un Dios que no ha sido tan omnipresente.
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– Yo dormía en el Polideportivo, luego de que todos me dieran la espalda: mi hermano Hernán me robó el negocio de los zapatos. Se me quedó con la máquina y me dejó en la quiebra... ¡Pero para que sepa, yo era un maestro en esto de la zapatería! –intenta reconfortarse y continúa–. Tiempo después, Fabio, el padrino de Julián, me dijo que consiguiéramos un local para trabajar juntos. ¡Yo lo hice, chica! ¡Yo me puse a buscar en toda parte! Luego me salió con que no. La esposa me lo dijo... me dijo que él ya no estaba interesado, así que nuevamente quedé solo... Caminando por ahí, vi que había un nuevo negocio de zapatos, así que yo entré para preguntar si me deban trabajo. El chico que estaba ahí me dijo que él sólo era un empleado y que esperara al patrón. Le pregunté que quién era y me respondió que era Fabio –niega con la cabeza a modo de decepción–. Hasta Guillermo, que lo consideraba en ese entonces mi mejor amigo, se escondía de mí... Todos me dejaron. Incluso Dios. Yo por eso ya no creo en nadie.
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Armenia, Quindío. Lunes 21 de mayo, 2:00pm. Al costado izquierdo del segundo piso de Básicas, se encuentra el programa de Física de la Universidad del Quindío. Llueve. Mientras tanto, Diego Arias, quien es profesor de Física, me espera en su escritorio:
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– Pasa, pasa –me sonríe amablemente–. Leí tu correo y creo saber quién es el de la teoría.
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Mientras le cuento sobre la teoría y su autor, él se adelanta:
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– Sí, sí. Este señor se comunicó con nosotros hace como tres años. Él nos sintonizó en una emisora que se llama Ciencia y Tecnología. Yo le dije que viniera, pero nunca lo hizo –Educardo cuenta que se quedó esperando la llamada que ellos quedaron de hacerle–. En fin, este señor está muy equivocado. Ven te explico.
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En el tablero me dibuja el Sistema Solar y dice:
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– La Luna salió por un impacto que hubo sobre la Tierra –me mira como quien cuenta el Apocalipsis–, por tal razón, la Luna empezó a orbitar a su alrededor por la influencia de la fuerza de gravedad que la Tierra tiene sobre ella. Como sabemos, la Tierra es más grande que Luna, y esto genera que tenga una mayor fuerza dominante.
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Hace una pausa y escribe esto:
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Fg= G M1 M2 / r
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Luego agrega:
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– Fg es la Fuerza Gravitacional; G es la constante; M1y M2 son las masas que se atraen, y r es el Radio. Entonces: dos masas, separadas a cierta distancia, se atraen una a la otra: la Tierra atrae a la Luna y viceversa. Igualmente, para que algo llegue a ser tan cierto, la comunidad científica debe ponerse de acuerdo. A eso se le llama paradigma.
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Y así, con más dudas que certezas, nos despedimos hasta el miércoles de la misma hora. Esta vez, Educardo fue a la Universidad, algo inesperado para Diego:
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– Hola, hola, sigan –dice el profesor, algo extrañado por la visita de Educardo–.
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– Yo vengo a explicarle mi teoría y que me diga en qué estoy equivocado –sonríe Educardo–
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– Hum, entiendo. Pero bueno, entonces rápido porque no tengo tiempo –Diego me había confirmado la visita de 2:00 a 4:00. Eran las 2:15pm–.
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– Sí, cómo no –le dice Educardo–, me demoro 15 minutos dándole la explicación, pero necesito una mesa para mostrarle lo que tengo, si me hace el favor.
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De inmediato, los jóvenes que se encuentran en la sala, se apuran para buscarle una mesa. Ya con todo listo sobre ella, empieza explicarle cómo es posible que seamos nosotros lo que giramos alrededor del satélite. La expresión del profesor, desde un inicio, es desafiante. En sus libros todo está establecido y nadie puede llegar de un momento a otro a cambiar las leyes del Universo.
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– No, no. Nada de lo que usted dice puede ser posible –manifiesta Diego–.
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– Pero cómo quiere que sea posible si ni siquiera me deja hablar. Cada cosa que digo me la interrumpe –le responde Educardo, algo irritado por el gesto que su interlocutor tiene hacia él–.
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– Pero es que usted desde un inicio está equivocado. Ni siquiera sabe dónde estamos parados. No sabe desde dónde sale la Luna ni en qué lugar se esconde. Así que yo no puedo permitir que alguien me cuente algo erróneo. Yo primero tengo que corregir –le contesta como si él fuera uno de sus alumnos–
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– Eso sí discúlpeme, pero estamos encerrados en cuatro paredes y aún no me ubico bien. Pero yo sé de lo que hablo. Se lo puedo demostrar incluso a nivel espacial.
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– Usted no me puede demostrar nada porque está equivocado. Además, eso de los telescopios es un engaño. Aún hay gente que cree que la Tierra es plana.
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En un instante, Educardo perdió el número de intentos que hizo para que el profesor lo escuchara.
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– Perdón chica, pero yo me voy. Este señor no me deja hablar y yo necesito a alguien que de verdad quiera escucharme, aún si tiene que decirme que estoy equivocado.
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Nos fuimos. Fue un acuerdo imposible. La prisa de Educardo se convirtió en frustración.
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– Cómo es posible que venga hasta aquí para que no me deje hablar.
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O sino que lo diga Julián desde Luxemburgo:
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– Si a mi padre lo escucharan, y le dijeran que no tiene razón, de buena manera, por supuesto, bien hasta ahí. Si la tuviera, obviamente sería genial. Pero lo importante es que lo escuchen, antes de tildarlo de loco porque la NASA tiene razón. Y como los gringos no lo descubrieron, entonces nadie más puede hacerlo. No estoy de acuerdo con eso.
Siempre estamos hablando, pero no nos escuchamos. La vanidad no deja ver al otro. Estamos tan ocupados con lo de afuera, o con nosotros mismos, que lo que tenemos ante nuestros ojos nos parece insignificante.
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Es 29 de marzo. Los niños hacen su último intento de jugar bajo la lluvia, mientras los adultos los persiguen. En el parque sólo hay carpas de artesanías y niños corriendo de un lado para otro. A un costado de la plaza, al lado de Café Tertulia, se encuentra un anciano exhibiendo su obra sobre la cultura cafetera, hecha con materiales que él mismo recicla. Su nombre es Educardo, Educo, Científico o Velásquez. Prefiere que le digan Educo o Copérnico. Es reconocido en Calarcá, no por sus apodos, sino por la creación de la arquitectura miniatura: muñecos que planchan, otros que cortan la madera, algunos que recogen y secan café, otras que cosen... Todo mecanizado y con un aporte voluntario. Las personas que se detienen en la carpa, admiran el resultado, pero nadie parece mirar las manos del hombre. Cuando llego a la última maqueta, una voz, desgastada por los años, me pregunta:
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– ¿Cómo ve todo?
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Una sonrisa nos lleva al diálogo. Y como si nos estuviéramos buscando, desde hace muchos años, me dice:
– ¿Usted conoce a Stephen Hawking?
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[1] La palabra farol, hace referencia al aforismo 125 de la obra de Nietzsche, La Gaya Ciencia. En la Biblia representa la palabra del Señor.
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